sábado, 24 de octubre de 2015

Nacer a la lectura y más...Ángeles Durini




“La lectura para mí, es volver a escuchar la voz de mi abuela”


Ángeles nació en Maldonado, Uruguay, en la playa… o casi. Será por eso que cuando la veo pienso en el mar y el sol. 

Vive actualmente en Buenos Aires, en una casa con jardín, y mucho verde. Estudió el profesorado de Lengua y Literatura, con especialización en LIJ, en el instituto SUMMA, pero no ejerció. Se dedica hace tiempo a escribir (principalmente literatura infantil) y también en el living de su casa, dicta un taller literario que es además un encuentro de amigas. Ella misma, y eso me sorprendió al conocerla, no deja de aprender y asistir a talleres y cursos. Una persona que quiere seguir aprendiendo, y no se conforma, para mí se merece el mayor de mis respetos, y mi amistad.

En el 2004, su cuento “Levemente hacia atrás” obtuvo el primer premio del Concurso Imaginaria Educared. Les recomiendo que lo busquen y lo lean, en este sitio, porque es una preciosidad que llega con aires de los cerros jujeños….

Hace varios años que tengo el placer de encontrármela. Siento que en el camino de la vida, uno puede hallar personas sol y personas lluvia, (también hay algunas que son, tormenta, pero no quiero a hablar de ellas). Ángeles, es una persona sol. Sol de primavera, para más datos. No como esos soles de verano que te hacen arder la piel y anhelar la sombra, sino como esos soles tibios, que te calientan desde adentro y te invitan a permanecer a su lado.

Su entrevista es una preciosidad…así que no quiero que retrasen su lectura. Solo les digo que si tengo que recomendarles un libro de ella me quedo con ¿Quién le tiene miedo a Demetrio Latov?, publicado por SM.




Demetrio no es un chico como todos, tiene un lobo como mascota, conversa con sus parientes muertos en el jardín, y quiere mucho a su abuela, aunque sabe que ella le oculta algún secreto. Este libro tiene también una segunda parte que aún no he podido leer y que se llama “¿Qué esconde Demetrio Latov?”

Les dejo esta foto que le sacó el querido Uri Gordon para su blog "El ojo ajeno" (otra entrevista que no se pueden perder...https://elojoajenoblog.wordpress.com/2015/02/02/angeles-durini/)






Gracias Ángeles por estar ahí…y gracias también, a los que me esperan, y me leen.

¿Qué recuerdos tienes de tu inicio lector? ¿Qué libro, relato, historia de la infancia recuerdas especialmente?

De mi inicio lector tengo el recuerdo de la voz de mi abuela contándome cuentos. La descripción de los tres vestidos de las tres noches de fiesta de Cenicienta: el vestido de sol, el vestido de luna y el vestido de estrellas. El de estrellas era el de la última noche y era mi preferido. Gracias a la voz de mi abuela, el sarpullido de la varicela me picó un poco menos, y eso que me picó un montón. Ella contándome cuentos y yo viviéndolos.
También, creo, se colaron las historias de la biblia que nos contaban en religión, mi mamá nos mandaba a mis hermanos y a mí desde muy chicos, y allí la hermana Carmen Susana nos contaba la creación con Adán y Eva como protagonistas, la echada del paraíso, el mundo del pecado hasta que nacía Jesús y todo lo demás. Lo mejor era que representábamos estas historias, un año te podía tocar el papel de Adán o Eva, o de Dios acusador, otro, de pastor o una categoría mayor: de ángel que anuncia. Me gustaban los ensayos llenos de chicos atentos a las indicaciones de la hermana, todos nos metíamos adentro como en un gran juego. Éramos ese dedo que señalaba la puerta de salida, esa coronita puesta sobre el pelo. Además, mi mamá nos compraba unos libros que hablaban de estas historias y que traían figuritas para pegar.
Pero donde seguro aprendí a leer fue en las páginas de las historietas. Yo tenía cinco hermanos arriba mío, más una sarta de primos, las historietas pasaban de mano en mano, Periquita, La pequeña Lulú, Superman. Y los primeros aprendizajes sobre mitos grecorromanos me los dieron las historietas de Joyas de la mitología. Un poco después, vino Patoruzú y toda su familia.
Tampoco me olvido de un profesor de música que tuve durante un año en los primeros años de primaria porque nos hacía cantar romances: El conde Olinos, Catalina (era hermoso y terrible), y yo en ese rato era feliz.
Recuerdo, y lo sigo conservando, el libro Cuentos del norte, de editorial Juventud, que descubrimos con mi hermana y mi prima en la biblioteca de la casa donde nos acabábamos de mudar. Fue una emoción para las tres. Nos tiramos en el pasillo y mi prima y yo le leíamos a mi hermana que todavía no sabía leer. Eran cuentos de hadas que no conocíamos. El rito de tirarnos en ese pasillo a leer ese libro duró varios años.

¿Quién o quiénes te acercaron los primeros libros, o las primeras historias en tu niñez? ¿Cómo llegaste a ellas?

A la voz de mi abuela le siguió el descubrimiento de la biblioteca, en la otra casa mi abuela vivía con nosotros, en esta nueva casa, no. Me encontré con la colección Robin Hood con Louisa May Alcott y su “Mujercitas” a la cabeza, la colección Historias, Billiken, varios libros al alcance de mi mano. Por allí también andaban Huckellbery Finn y Tom Sawyer. Y mi mamá seguía comprando fascículos que hablaban del coliseo o de Aníbal y sus elefantes. Ella me señaló libros destrozados que había en la biblioteca como “El inglés de los güesos” o Stella, novelas románticas y lentas, ideales para tardes de lluvia. En el colegio había una compañera hiper lectora con la que nos intercambiábamos libros, gracias a ella descubrí muchos, como “Anne la de tejados verdes”, “El fantasma de Canterville” o el gusto por leer a Moliere. Y mi prima fue la que me recomendó Papelucho y tuve mi época papeluchesca.
Leer en voz alta en el colegio también me producía un placer
especial, además allí se podían preparar obras de teatro, había actores y público a disponibilidad. Llevé un libro que encontré en la biblioteca, obras de teatro para chicos, había un par que eran pasables, se la mostré a la maestra y manos a la obra. Me tocó el papel del doctor Aguafría, revolví los roperos de mi casa y me llevé la sorpresa de que allí había un montón de cosas que servían para disfrazarse, había para todos los personajes. Representamos la obra frente al colegio entero y fue un éxito.

¿En qué lugar de tu infancia te recuerdas leyendo? Si tuvieras que describirme una imagen tuya en tus inicios lectores ¿cuál sería?

En el pasillo de esa biblioteca, sin duda. Leí varios libros tirada en una alfombra arratonada, vieja y fea. También recuerdo aquel día en que jugábamos a las escondidas y corriendo subí las escaleras para esconderme. Sobre una cama estaba “Peter Pan”, se lo acababan de regalar a mi hermano para el cumpleaños, me tenté y lo agarré. Sentada en el piso y apoyada mi espalda en la cama lo leí todo. Me hice la sorda cuando me buscaban. Y de adolescente: cruzando la calle mientras leía y mi mamá detrás gritándome que mirara antes de cruzar. Y otra imagen que se me viene a la cabeza es la de leer en la cama con el velador en el piso para que nadie se diera cuenta de que no había apagado la luz porque era tardísimo.

Hoy en día ¿en qué lugar te gusta leer? ¿Tienes algún hábito o costumbre que te caracterice al momento de empezar a leer, o al escoger un libro?

Me gusta leer en la mesa del desayuno. Y siempre llevo un libro en la cartera para las esperas. Los más gordos no tienen más remedio que ser leídos en casa. Hábito en las librerías, y es leer algunas palabras del principio y otras del final de los libros que me voy encontrando al azar. Y más de uno termina siendo comprado.

Si tuvieras que elegir una palabra para describir lo que significa un libro para vos, ¿cuál o cuáles serían?

Compañía. Complicidad.

Si tuvieras que decir lo que significa para vos la lectura en pocas palabras ¿cuáles serían?

Volver a escuchar la voz de mi abuela.
Una emoción que se construye como un rompecabezas.
Puertas que se abren. Que se abren. Que se abren. Ecos.
Vidas de otros que ponen huevos en mí.
Mundos transparentes que están en el aire y que al leer, se iluminan.

¿Qué estás leyendo en el momento en que te ha llegado esta entrevista? O ¿qué estás buscando leer?

Estoy leyendo “Kitchen” de Banana Yoshimoto



Leí “Dublineses” de James Joyce y antes pero no me lo olvido: “La cámara sangrienta” de Angela Carter.



Esperan: “El irresistible cuento de hadas” de Jack Zipes y “Mi guerra ajena” de Marina Colasanti.




Con el jardín de fondo



Cuando ya terminábamos, me manda un libro más
(ella siempre dando más)

Samanta Schweblin, "Siete casas vacías"


Hasta la próxima....