martes, 21 de marzo de 2017

Nacer a la lectura y más... Mar Benegas




"Cada libro es un deseo"




Mar Benegas, nació en Valencia, España. Es escritora y poeta. Especialista en Literatura Infantil y Juvenil. En continuo movimiento viaja por distintos lugares con el feliz empecinamiento de acercar la poesía a los niños. Brinda talleres, ha sido formadora de escritura creativa de la escuela Fuentetaja. Dirigió el sello de libros infantiles, República Kukudrulu, y Candela, una colección de poesía y ensayo. Es colaboradora ocasional en distintas revistas, en sus secciones de divulgación literaria. Trabaja como editora y ofrece charlas y conferencias.

Desde hace un tiempo, coordina y dirige la página web El Sitio de las Palabras. Un lugar estupendo para la formación a distancia,  en donde he aprendido mucho.  Es directora también de JALEO (Jornadas de Animación a la Lectura, Escritura y Observación), que se realizan con la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en la ciudad de Valencia. Un encuentro maravilloso que espero poder presenciar este año.

Entre sus muchos libros publicados, figuran: Abecedario del cuerpo imaginado. A lo bestia, La caja de las palabras, Cómetelo todo, La Cereza (una estupenda colección de poesía para prelectores favorita de los niños), Con el ojo de la i, Como abrió Don Nicanor el Gran Circo Volador, 44 poemas para leer con niños (una antología de poesía para niños y adultos), Qué soñaran las camas, y de reciente aparición: Versos como una casa y Las niñas o como suceden las cosas. También libros para público adulto como Niña Pluma Niña Nadie, El abrazo, La ciudad o la palabra pájaro y Anáforas del derrumbe.

    A todos los que la conocemos nos encanta leerla, así que dejo que ella se presente:

     Soy Mar Benegas. Por si alguna de vosotras no me conoce os diré que vine al mundo un día de tanto calor que nací amarilla. De pequeña me enamoraba de los objetos: de la funda de la almohada, de unos zapatos, de un bolsito que me regaló mi prima, y cosas así. Todavía me sigue sucediendo: amo un plato que era de mi madre, que solamente utilizo yo, y a los libros que cubren casi todas las paredes de mi pequeña casa. Tengo un hijo, un compañero de vida, dos gatos y dos perros. Afuera, en el jardín, viven las ardillas y las ranas.

    También escribo, bastante, es como un vicio malo del que, a veces, salen cosas buenas. He escrito algunos libros de poemas, algunos cuentos, he participado en algunas antologías y he seleccionado poemas para una antología de un libro de poesía para leer con niños. También colaboro, de vez en cuando, con algunas revistas.


    Desde hace unos años, recito y hago talleres de poesía en escuelas y bibliotecas, con niños y niñas, animo a leer y a escribir donde me llaman y coordino las visitas escolares de la Biblioteca Pública de Valencia. También he creado un espacio que se llama El Sitio de las Palabras.

    Soy lectora empedernida y amante, como decía antes, de cosas inverosímiles: vasos, platos, fundas de almohada, los niños, y... la poesía.



    He tenido la oportunidad de conocer a Mar el año pasado, cuando llegó a Buenos Aires para participar del FILBITA. Allí, en el Panel sobre Migración, junto a otras admiradas escritores e ilustradores, leyó su ponencia Memoria Nómade: la palabra como hogar:



    Comparto con ustedes el comienzo:

      La guerra es un cráter lleno de hielo. Una guerra civil es una grieta, una fisura donde el blanco del abandono y el frío, donde el vértigo y el hambre, justo allá. Y aquella guerra, la que yo guardo donde todos los recuerdos que no son míos pero me pertenecen, fue la orfandad y el miedo de mis padres. Fue su madre. Desde entonces, y antes de nacer, yo soy nieta de una guerra.

       Tengo una memoria migrante y nómada. La poesía se ha convertido en un hogar. Una casa o patria donde no existe la geografía, un no lugar donde son ajenas las fronteras. Es un lugar que no existe donde siempre puedo regresar.
    Por eso escribir desde el dolor, desde la fuga, escribir para la infancia, con la necesidad de restaurarla de lo dañado. Para protegerla del dolor. Para sanar sus heridas, las que son, mías, las que no deberían ser, de ninguna infancia. Para que no se repitan. Nunca. Siempre.



    Recuerdo esa lectura, que resultó extremadamente emotiva para los que la escuchábamos. Emergimos de ella, muchos, con los ojos húmedos, y las emociones erizándonos la piel. Para continuar leyéndola pueden también seguir su blog.

    Acá una foto de Mar, en el intercambio con los chicos que realizó durante el FILBITA...





    En persona, como pueden ver, es divertida, burbujeante, irradia energía. Disfruta generar encuentros, especialmente con los niños. Y los niños disfrutan de ella. No todos los escritores de literatura infantil, tienen tal conexión con sus lectores Mar prepara minuciosamente cada uno de esos recitales y talleres. Haciendo de ellos un encuentro único, en donde chicos y grandes disfrutan por igual. Cuan valioso es ese trabajo, cuan necesario.

    En Buenos Aires, además de la ponencia, dictó un Taller para mediadores y maestros, del que participé. Acá una de las fotos en que Mar nos lee Una caja de palabras, un precioso libro. Un libro que reúne su amor por las palabras, y como dice en la entrevista, por ese primer libro que las guardaba para ella, el diccionario.





    Ya he recomendado en este blog su libro Abecedario del cuerpo imaginado, por lo que elegiré otros. 

    Con el ojo de la i, un libro ilustrado por Olga Capdevila, de Editorial A buen paso.





    Conocí este libro en Bogotá, en la librería de Espantapájaros, y fue amor a primera vista. 

    Tiene un diseño que brilla, y nos abre la puerta para viajar en él, un viaje en tren que no querrán perderse. Muy logrados los poemas, con una edición muy cuidada. Un espacio ideal para jugar y leer, leer y jugar, con la poesía. A los chicos les encanta, fue uno de los primeros que pude llevar a mis talleres, y lo adoptaron fascinados.

    El libro fue premiado el año pasado por la Fundación Cuatrogatos, justamente reconociendo su calidad tanto poética, como en la ilustración y en la edición, que forma un todo que los dejará satisfechos y felices, y con ganas de más, como me pasó a mí.



    Cuando aún no conocía en persona a Mar, busqué información de ella en internet y me apareció un video en donde recitaba los poemas de A lo bestia. (Un libro ilustrado por Guridi y publicado en Editorial Litera.)

    Les dejo un poquitito de él para que saboreen:

    La madre cotorra

    No para de hablar ¡será lora!
    La madre cotorra sin pausa
    que habla sin prisa y sin causa

    No piensa que estoy esperando,
    no tiene consideración,
    si encuentra una amiga en el horno
    ya sé que me toca plantón.
    ...

    Este libro destila humor, es un guiño para los padres (que ellos agradecen), y los niños cómplices saborean. En el último picnic leí unos poemas y las carcajadas de las madres eran mayores a las de sus pequeños. Disfrutaban como niñas.




    Quise conseguirlo en uno de los eventos del FILBITA, pero ¡ya estaba agotado!... Gracias a la generosidad de Mar, al fin lo tengo, y me acompaña a la plaza, en los domingos de Picnic de Palabras, sin falta, desde entonces. 



    Por útimo les hablaré de A juego lento. Taller de Poesía. con ilustraciones de Carlos Rubio, también de Litera Editorial.


    Especialmente se los recomiendo a aquellos que buscan un modo de acercar la poesía a los niños. 
     
    Mar es una excelente maestra (lo digo con conocimiento de causa, después de una cursada virtual de varios meses)

    Y en este libro reúne de una forma divertida y clara todo su saber.

    Les copio un bocadito, para que se queden con ganas de más...


    Tener ojos de poeta es ver las cosas que nadie ve. Asomarse al mundo cada día y darse cuenta que tiene de especial. Ser sensible a todo lo que sucede y luego contarlo. Es una mirada que llora con palabras si ve algo tristísimo o que ríe fuerte si pasa cerca la felicidad. 

    Justamente así, es ella.


    Los dejo entonces con esta fantástica entrevista, en donde nos cuenta de sus inicios lectores, agradeciéndole a Mar y a ustedes su compañía.

                                                                 ¡Hasta la próxima!


     ¿Qué recuerdos tienes de tu inicio lector? ¿Qué libro, relato, historia de la infancia recuerdas especialmente?

    Mi inicio lector es una voz que cantaba. Aquella maestra de párvulos, mi madre sentada en la mecedora contándome un cuento. Las historias de mi tío bajo las estrellas .Recuerdo algunas canciones, algunos cuentos, algunos juegos. Esas fueron las primeras piedritas que conformaron mi amor por el mundo de los deseos, porque leer es desear, claro, y eso comienza mucho antes de saber leer. Antes del libro comienza con la voz y con el cuerpo.

    Pero hacerme lectora, de libros en papel y de manera consciente, fue en la adolescencia. Ahí la lectura y la escritura se levantaron y comenzaron a caminar ante mis ojos, a pesar de que mi primer escrito conservado, mi primer poema, es de cuando tenía 11 años, fue mucho después cuando supe que lo necesitaba.

    Recuerdo, por repetición, que leía Los Cinco, de Enid Blyton, no había mucho más y cada año una de mis tías me regalaba uno de esa colección. Pero pasaban sin pena ni gloria. No sucedió lo mismo cuando, a los 12 años, uno de mis hermanos me regaló “Las minas del rey Salomón”, en una edición que todavía conservo y que dejé a mi hijo en su docena (de años). Es una edición bastante mala, pero a mí me pareció el inicio de todo, sobre todo, creo, porque llegó con estas palabras: “es un libro de mayores”.

    Y sí, fue el que me abrió los ojos a lo que un libro te podía hacer vivir, pero, sobre todo, me entusiasmó que hubiera tantas palabras que no entendía. Y eso me llevó al siguiente libro que recuerdo especialmente, que también llegó a mí por aquellos años, el diccionario. Lo leía como si fuera una novela, podía pasar horas yendo de una definición a otra: era infinito y maravilloso. Poder nombrar tantas cosas. Nombrar y existir es la misma cosa. Poner nombre, dar voz, zozobrar en el infinito universo del lenguaje, eso fue.

    ¿En qué lugar de tu infancia te recuerdas leyendo? Si tuvieras que describirme una imagen tuya en tus inicios lectores ¿cuál sería?.

    Vaya, creo que no tengo ningún recuerdo o imagen de mí misma leyendo. Sí tengo una nítida imagen de la primera vez que descubrí una biblioteca; porque entonces descubríamos las cosas, nadie nos llevaba de la mano, nadie nos custodiaba, había cierta libertad que siento se ha perdido y que me da miedo; recuerdo que callejeando por mi pueblo entré en un edificio municipal, y bajé unas escaleras semi-escondidas y misteriosas, o eso me parecieron entonces, y llegué a un distribuidor con varias puertas, tal vez solamente deseaba usar el baño, eso no lo recuerdo, pero vi una puerta entreabierta y me acerqué. Y sí, estanterías repletas de libros. Entré y miré, cogí libros, los abrí, los leí, y cuando ya me iba, una mujer, María (que sigue siendo bibliotecaria de esa misma biblioteca), me dijo: si quieres llevártelos te los puedes llevar a tu casa. Y fue un regalo, claro. Había descubierto la biblioteca pública de mi ciudad.
      
     Hoy en día ¿en qué lugar te gusta leer? ¿Tienes algún hábito o costumbre que te caracterice al momento de comenzar a leer, o al escoger un libro?

    Me gusta leer en el sofá, y, a veces, en la cama. Pero donde más me cunde la lectura (en cuanto a lucidez lectora y rapidez) y jamás entenderé el porqué, es viajando en avión (ni tren, ni coche, ni nada, en avión, si alguien sabe algo de este misterio que me cuente, por favor).

    Si tuvieras que elegir una palabra (pueden ser dos, o más) para describir lo que significa un libro para vos ¿cuál o cuáles serían?

    Cada libro es un deseo.
    Si tuvieras que decir lo que significa para vos la lectura en pocas palabras, ¿cuáles serían?

    Leer es escribir, sentir, leer es vivir.

    ¿Qué estás leyendo en el momento en que te ha llegado esta entrevista? O ¿qué estás buscando leer?

    Ahora mismo estoy re-leyendo ​La Diosa Blanca, de Robert Graves



     
    La creación por la metáfora: introducción a la razón poética de Chantal Maillard



    De poesía, Decir vivo a quién, de Danielle Collobert. 
    Entre otros.


    sábado, 18 de marzo de 2017

    Homenaje a Federico, homenaje a Horacio



    Muchas veces comencé un encuentro en la plaza, un recital poético en una escuela, con el poema de Federico García Lorca:


    El lagarto está llorando
    la lagarta está llorando.

    El lagarto y la lagarta
    con delantalitos blancos.

    ...



     En esta foto, el libro 12 poemas de Federico García Lorca con ilustraciones de Gabriel Pacheco, de Kalandraka. Y la muñeca Sara Kay que me hizo llegar por alguien, desde Italia, mi padre.




    En ese poema está la voz de mi padre.

    No recuerdo si me lo recitó, o si me lo mandó en algunas de sus cartas desde el exilio. 

    Pero yo lo leo y escucho su voz leyéndolo. Es curioso porque apenas guardo ese sonido en mi memoria, tenía 6 años cuando se fue, así que su voz está encerrada en un cassette que escuché muchas veces cuando era pequeña. 

    En un cassette que no creo poder volver a escuchar. 

    Pero si puedo escuchar muchas veces este poema.

    De mi padre heredé la poesía, de mi madre el amor a la vida.

    (Lástima que ellos nunca lograron compartir nada. Todo hubiera sido más fácil para mí.)



    Hace poco volví a escribir poesía, (gracias a Mar Benegas y un taller que comencé a la distancia). 

    Y uno de los primeros poemas que escribí fue este...


    Homenaje a Federico



    El lagarto se ha dormido,

    la lagarta lo despierta,

    el lagarto y la lagarta

    se casarán en la siesta.



    La lagarta va delante,

    el lagarto va detrás.

    La lagarta y el lagarto,

    flotan sobre el pastizal.



    A la orillita del río,

    entre los juncos en flor,

    con los peces de testigo

    van a coronar su amor.



    El sol sonríe en su trono,

    El cielo se asoma a ver.

    Él le entrega su anillito

    Ella le entrega un clavel



    El lagarto está  riendo.

    La lagarta está riendo.

    El sol suspira, y se duerme,

    las sombras los van ciñendo.